La cueva de Coventosa es sin duda la joya de la corona de la espeleología en Cantabria, y por lo tanto en España. Pertenece al sistema Cueto-Coventosa-Cuvera-Garma del Bucebrón, y posiblemente esté relacionada hidrológicamente con los sistemas Tonio-Cayuela y Canto Encaramado. No se trata de la cueva de mayor recorrido «solo» tiene 35 km. Ni de la de mayor desnivel 815 m. Pero es sin duda la más completa en cuanto a tamaño, grandiosidad, paisaje interior, historia y prestigio.
Situada en el municipio de Arredondo, en Cantabria, para llegar a ella hay que desplazarse hasta el barrio de Val de Asón. En donde dejaremos los coches. Desde aquí en un cómodo paseo por el antiguo camino de carretas de Val de Asón a Socueva y tras 10 minutos accedemos a la boca de la cueva.
Ya antes de llegar a ella en los días calurosos notaremos su aliento y el por qué de su nombre: Coventosa.
Tras pasar un recodo «estrecho», y en donde realmente se nota todo su aire, comenzaremos la visita. Continuamos ésta descendiendo por entre piedras sueltas tendiendo claramente hacia la derecha.
Dejaremos con precaución a mano izquierda unos escarpes y llegamos al arranque del pasamanos que da acceso a la rampa del pozo de 15 m. Tras asegurarnos a la cuerda, que previamente habrá instalado el guía, descendemos hasta un gran bloque desde el que se hace un corto y fácil rápel. Este rápel nos dejará en el segundo piso de la cueva.
En la base del rápel giramos hacia el éste, hacia la derecha mirando a la cuerda y descendemos unos metros hasta un pequeño laminador. A nuestra derecha queda un escarpe de más de 65 m. de caída. Mucho cuidado con acercarse al borde.
Pasamos el laminador entre risas y algún coscorrón (el casco no solo es para llevar la luz) y de nuevo la cueva retorna a su tamaño original. Nuevamente a nuestra derecha aparece el escarpe de 65 m. así que de nuevo precaución.
Destrepamos entre una gran colada desprendida del techo como si de una escama gigante se tratara y se accede a la sala de las Columnas.
Merece la pena pararse un rato para disfrutar de la grandiosidad y el paisaje subterráneo. (Siempre es recomendable en cueva si se quiere disfrutar del paisaje detenerse. Pues si se mira al techo y se continúa andando, el tropezón está garantizado)
Tras llegar al fondo de la sala debemos hacer una pequeña y fácil trepada para, a continuación, pasar con cuidado entre unas preciosas formaciones. Al girar a la izquierda llegamos a la sala de los Fantasmas. Una de las salas más conocidas de la cueva.
Un mirador privilegiado de las maravillas que esconde Coventosa en sus entrañas. Después de pasar un rato contemplando maravillados el paisaje continuamos y bajamos por una resbaladiza rampa asegurada con una cuerda. Precaución.
Estamos en la parte baja de la sala de los Fantasmas. Siguiendo de frente accedemos a la sala de los Lapiceros. Otra maravilla natural.
Bordeando unos lapiceros (estalagmitas en forma de lápices) accedemos a la que sin duda alguna es la sala más bonita del recorrido, la sala final de la visita. Buen lugar para sentarse y disfrutar de la cueva, del silencio, y de la oscuridad.
Pasando por un estrecho pasillo aún nos quedará la última sorpresa, la sala del Espejo.
Ahora ya solo queda desandar el camino de regreso. Más 1,5 km. de recorrido y 150 m. de desnivel nos separan de la calle. Realmente merece la pena.
Un pequeño reportaje del recorrido: