El espeleopaseo en cueva Fresca es sin duda el más técnico y exigente dentro de las rutas asequibles a todos los públicos. El acceso en si mismo ya tiene cierta dificultad técnica y desnivel. El esfuerzo merecerá la pena. Así dejaremos los coches en el Barrio de San Antonio, junto a las Casucas del Asón.
Desde aquí siguiendo la senda que nos llevaría hasta el nacimiento del Asón, cruzamos un puente que nos permitirá remontar el río por la margen orográfica izquierda hasta unas cabañas. Tras un cómodo y bonito paseo de 10 minutos, abandonaremos el camino para seguir una sinuosa senda entre castaños.
En el arranque de un pequeño barranco treparemos fácilmente entre avellanos y encinas para llegar hasta la boca de la cueva. La boca es de dimensiones modestas en comparación a otras cuevas de la comarca. Sin embargo se trata de un privilegiado mirador sobre el valle glaciar del Asón.
Tras superar el vestíbulo de la cueva nos toca arrastrarnos por un angosto laminador durante unos 20 m. hasta una pequeña trepada, ayudada por una escala electrón que el guía habrá instalado previamente.
Esta escalada nos conducirá a un pequeño balcón del que de nuevo habrá que destrepar para regresar al nivel original de la cueva.
Nos encontramos ahora en una inmensa galería, descendente en principio por una colada resbaladiza. Mucho ojo con los patinazos. Al final de este descenso la galería se torna horizontal pero con un escarpe que salvaremos por la derecha, por unas cornisas aéreas aseguradas por un pasamanos.
La galería no deja de crecer y transformarse en un inmenso cañón de suelo de arena de muy fácil tránsito. Horizontal primero y descendente finalmente. Llegamos a la base de otra colada resbaladiza en la que existen unos peldaños tallados, que nos facilitarán el ascenso.
Esta colada se puede cortocircuitar por un by-pass a través de una galería seca y de suelo arenoso de sección modesta, pero muy bella.
Al coronar la colada tocará un destrepe por una rampa resbaladiza hasta el Bloque 64. Una de las claves de la visita. Se trata de un enorme bloque empotrado en un desfondamiento de la galería principal. Este enorme bloque se salva por su derecha por unas cornisas. Angostas al principio y aéreas a continuación. Estas cornisas están aseguradas por unos atléticos pasamanos que nos hará fluir la adrenalina.
La galería continúa horizontal. En un recodo existe otro desfondamiento que esquivamos por la izquierda hasta la sala del vivac. Aquí una pequeña y fácil trepada nos dejará en una zona embarrada, que con unas risas y mucho barro dan paso a la fuente de los macarrones.
Admiraremos aquí el tamaño y las formaciones de la galería, preparándonos para el paso del Triacastín. Una grieta transversal a la galería principal, de unos 3 m. de ancho y con un vacío de 30 m. Este paso nos obligará a probar nuestra elasticidad y capacidad para abrirnos de piernas.
Unos metros más adelante y por una galería fácil llegamos a la vira de la Araña, un gran desfondamiento que dará final a la visita. Unos 800 m. de visita que nos parecerán kilómetros. Si queremos salir no nos quedará otro remedio que desandar lo andado y volver a superar los obstáculos anteriores.